martes, 11 de agosto de 2009

Los bienes suntuarios y el Estado de Derecho

Un extracto del atículo que Héctor Blas Trillo publicó en su blog. Para leer y analizar.

Cuando apenas éramos adolescentes e ingresábamos a la Facultad de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires, nos sorprendíamos cotidianamente oyendo e incorporando más tarde nuevas palabras a nuestro vocabulario. La economía tiene, como toda ciencia, su lenguaje propio, su cadencia, su jerga.

Así, a poco andar, descubrimos, entre tantas, una palabreja que hasta entonces nos había sido vedada por nuestro escaso conocimiento en esas lides: suntuario.

Observamos en el discurrir del estudio de la tributación, que aquello que para las autoridades era considerado suntuario, era gravado a tasas mayores, con el argumento de que, justamente, por ser suntuario, quien quisiera los bienes (o servicios) incluidos en el rubro, debería pagarlos proporcionalmente más caros.

Claro, dado que el mayor precio desalienta el consumo, estos bienes, pensábamos, dejarían de consumirse, o el consumo sería reducido también más que proporcionalmente, logrando de esta forma un extraño efecto: que quien hubiera querido disfrutarlos, dejara de hacerlo.

Es que suntuario es aquello vinculado con el lujo, con la demasía, con el exceso de bienes innecesarios, dice el diccionario de la RAE poco más o menos. Luego decidir qué bienes entran en esta categoría no es un tema menor. A su vez, resulta violado el principio de la igualdad como base del impuesto y de las cargas públicas.

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En esos tiempos todavía éramos demasiado jóvenes como para poner en tela de juicio otro efecto que al cabo la propia experiencia nos fue mostrando: el paso del tiempo hace que aquello que mucha gente podría considerar lujoso en una época, pase a ser indispensable pocos años después. Y que lo que para unos es un lujo, para otros es una necesidad imperiosa. A su vez existen bienes que mientras para algunos son extremadamente preciados, para otros resultan absolutamente indiferentes.

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Y así damos en el otro punto al que queríamos llegar: ¿Es suntuario aquello que es caro únicamente? ¿O será suntuario también aquello que siendo barato resulta lujoso y sobrante, que por lo demás no son la misma cosa? Tranquilamente podemos vivir sin golosinas y sin gaseosas. Podemos arreglarnos con ropa elaborada en serie y de segundas marcas y podemos, en definitiva, vivir como lo hacían nuestros abuelos a costos muy inferiores a los que normalmente se manejan hoy. De hecho, mucha gente vive a valores muy inferiores, y no estamos hablando de indigencia. Si no lo hacemos es porque nuestras posibilidades económicas nos lo permiten. Y al hablar de posibilidades hablamos genéricamente también de precios y de ingresos.

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En definitiva concluimos (hace ya muchos años) que aquello que se considera suntuario puede no serlo más un buen día. O no haberlo sido nunca. Mientras que aquello que jamás fue tomado como lujoso bien puede haberlo sido siempre sin que los funcionarios encargados de aplicar discriminatorias gabelas se hubieran dado cuenta. O, tal vez, sí se hayan dado cuenta pero resultaba y resulta ser políticamente incorrecto modificar la tendencia.

Lo cierto es que, volviendo al principio de estas reflexiones, el efecto que logran representantes y funcionarios al establecer impuestos desproporcionados contribuye, en verdad, a nivelar para abajo. Deja sin trabajo a mucha gente y no recauda más impuestos. Pero consigue que quienes desean disfrutar de ciertos bienes no puedan hacerlo o se les dificulte o encarezca sobremanera. Suena bastante parecido a la envidia ¿no?.

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Alguna vez relatamos que un ministro a cargo de las obras públicas de los años 80 dijo que su gobierno había comenzado a colocar medidores de agua para evitar su derroche. Y que se había comenzado por la zona norte, donde abundan las piscinas. Este buen señor mostraba así la pátina que muestran los inventores del suntuarismo. ¡Es que en verdad, quien consume agua para llenar su piscina, gasta mucha agua, pero no la derrocha! La derrocha quien deja una canilla abierta o la manguera regando la vereda durante horas.

El funcionario de marras no se dio cuenta del detalle y el entrevistador tampoco. Ese es el principal problema. Porque en definitiva los funcionarios actúan sobre la base de una determinada mentalidad. Esa mentalidad no es patrimonio exclusivo de los funcionarios, obviamente.

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Es decir, lo que trasunta esta línea argumental es una igualdad que sólo puede conseguirse nivelando para abajo, porque en la vida hay personas más capaces que otras.
Pero cuando acercamos un poco la lupa vemos que en verdad a lo que se apunta es a que los otros no disfruten de aquellos que no podemos disfrutar nosotros.
Y llevado al extremo, que esos otros coman mierda o se caigan con su avión y se mueran.
En este último caso obviamente que la apreciación es inconsciente, en el primero es explícita y hasta convertida en estribillo de una canción de guerra.

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Si verdaderamente se quiere cumplir con el espíritu de la Constitución a lo que hay que apuntar es a la igualdad de los impuestos y de las cargas públicas.
A la igualdad ante la ley.

Operar en sentido inverso no solamente no es cumplir con la ley fundamental, que en todo caso es un bien jurídico, es partir de la idea de que quienes son mejores deben repartir o no disfrutar de su bienestar.
Y es así como finalmente huyen capitales y personas.
Y finalmente baja la inversión, se pierden empleos y baja la calidad de vida de toda la comunidad.

Hablábamos del tiempo.
El tiempo convierte en popular aquello que alguna vez pudo haber sido exclusivo.
El automóvil, el avión, la computadora, el teléfono celular, lo que sea, no hace tanto eran preciados bienes de los que muy pocos disfrutaban.
La accesibilidad se logra no debilitando a quien los produce, no discriminándolo.

El día en que en la Argentina se reflexione sobre estos temas (y tal vez otros que no acuden a nuestra memoria en estos momentos), habremos empezado a admirar a quienes creativamente desarrollan su capacidad y su inventiva, y con tales recursos se vuelven adinerados.
Y no como consecuencia del nepotismo de los cargos públicos o de pegarla en algún programa de TV.

[...]

En una sociedad libre todos tenemos derecho de hacer con nuestros bienes lo que queramos. Y nadie tiene derecho a quitárnoslos porque considera que son muchos.
Y el Estado tiene a su vez la obligación de respetar la Constitución y las leyes.
Y más allá de eso, tiene la función de respetar la individualidad y también la de promover el bienestar general.

Persiguiendo (o combatiendo) al capital no es como se logra mejorar la calidad de vida. Y menos todavía si la persecución es arbitraria o clasista.
Los derechos y las garantías de las gentes son esenciales para vida en un Estado de Derecho.

La obligación legal de quienes poseen riquezas es la de pagar sus impuestos y cumplir en general con sus obligaciones como cualquier hijo de vecino.
Cualquier exceso de rigor hacia ellos implica una discriminación inaceptable en términos constitucionales.
Pero también es la causa fundamental de que las inversiones y luego las gentes terminen huyendo de la Argentina, y el principio liminar de nuestra decadencia.

11 comentarios:

  1. Gente,coincido con todos uds y no hace falta explicar porque estoy tan indiganada. Pero ¿podemos hacer algo?Una vez nos unimos por el campo (incluso los que no vivimos de el,ni tenemos nada que ver)¿no podemos unirnos otra vez?.Quizás no logremos que se metan esa ley por donde se merecen pero por lo menos nos podemos hacer esuchar,hacerle saber a esa presidenta que no somos tarados,que la tecnología no es un lujo,sino un derecho que nos permite estar informados,educados (¿será por eso que no quieren que la tengamos?) y ante todo TRABAJAR.
    Yo propongo que hagamos algo por nosotros mismos y por todos,que sepan los K y sus secuaces que no queremos vovler a la edad media y que estamos cansados de que nos pisoteen constantemente.¿Hacemos algo?marcha,cacerlazo,lo que quieran,pero algo...
    Yo me sumo,¿ustedes?

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  2. Hola mi nombre es gladeys: tengo 62 añosy soy desocupada.No solo eso ,ademas en otro tiempo fui solvente a nivel economico.Hoy espero una jubilacion minima,vivo con mi padre viudo,de 92 años.Al tener hijos independientes ,y tener bajo recursos,me he convertido en alguien totalmente dependiente.Un celular regalado por mis hijos nos ha salvado en situaciones de peligro ,como de gravedad por problemas de salud.Claro que no es lujo,si se tiene en cuenta que llamar al 911 tiene una exagerada demora ,lo mas rapido es comunicarse desde cualquier lugar con nuestros familiares.Pregunto:las autoridades ponen el mismo enfasis en proteger a la poblacion de los precios superinflados de los comestibles que en inventar la forma de recaudar impuestos
    a como de lugar ?En tal caso creo que se debiera discriminar de acuerdo al monto que se le factura a cada usuario.Y esto no me parece tampoco correcto porque el que mas usa un movil mayor beneficio ofrece a la empresa y a economia a traves del I.V.A .Me siento la eterna incomunicada porque si pensamos que este es el pais donde los diarios ,revistas y libros son los mas caros del mundo,esta medida
    cerraria el circulo para que muramos de incomunicacion. Brillante idea ,que se hara al respecto ? yo me adhiero . gladis

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  3. MI CELU NO ES UN LUJO AL CONTRARIO ES UNA NECESIDAD VOTEN PARA QUE EL GOBIERNO NO SE SPROVECHE TAMBIEN DE NUESTRO CELULAR

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  4. Lamentablemente cacerolazos, marchas o lo que fuera, nada sirve, sino el tema del campo ya estaría solucionado, con mis sólo 17 años me siento defraudada, abandonada, traicionada, por un pais que tiene TOODOS los recursos, pero que hay gente en el poder que nada hace por nosotros, ¿éste es el país que quiero para mis hijos?¿ es éste el pais que quiero para mí ? ver como nos roban con esto de la tecnología, como dan prioridad a temas como el fútbol pero no dan prioridad a la pobreza, inseguridad, obvservar como en otros países SÍ dan oportunidades !! entre otros,
    TRISTÍCIMO.-

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  5. en realidad un celular no es lujo al menos en mi caso no cambio el aparato hace 10 años y lo utilizo cuando estoy fuera de casa para comunicarme es de gran utilidad para mi ya que tengo un bebe y es preciso que este comunicada constantemente con qienes lo cuidan y viceversa.es una locura!!!ponganse las pilas

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  6. Hola mi nombre es Romina.- Para mi mi celular NO ES UN LUJO... es un artículo de primera necesidad, ya que en el se me puede ubicar las 24 hs. del día, especialmente cuando estoy lejos de mi pequeña hija. Lo uso para trabajar y comunicarme en caso de emergencia.

    Me pregunto yo por que no se ponen a tratar temas y sancionar impuestazos para artículos que compran los políticos... autos caros, relojes... por que no les cobran a ellos impuestos por no asistir a cumplir sus funciones y cobrar sueldos de LUJO???
    Por comprar casas caras y tener seguridad privada... esos son lujos, no un celular que uno se compra con esfuerzo y lo necesita para ganarse el sustento!!!

    Que se ocupen de la inseguridad como corresponde y no de tratar tonterías... COMO SE NOTA QUE LES SOBRA EL TIEMPO A LOS POLÍTICOS

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  7. Hola esta es la segunda vez que envio mi opinión con respecto a la nueva genialidad inventada por el gobierno de turno, la vez anterior no vi mi comentario en ningún sitio, espero que esta vez sea publicada. tengo entendido que las opiniones se revisan antes de ser publicadas, pero yo creo que las opiniones no deben ser sensuradas mucho menos si en ella la persona que escribe no utiliza improperios ni agresiones. pero ahora vertiré nuevamente mi punto de vista y es el siguiente: yo utilizo un celular común para comunicarme con mis hijos que estan estudiando lejos y pienso que dista muchísimo de ser un artículo de lujo por lo tanto creo que los impuestos se los deben hacer pagar a los funcionarios que saben ostentar a la perfección sus artículos de lujo sin ninguna verguenza olvidándose de la gente que lo votó para que esten en ese lugar. Además no tenemos porque ser siempre los trabajadores los que paguemos el desparpajo de estos "funcionarios" a los que los incrédulos votamos para que nos representen. ¿Impuestos a los celulares? y cuando se va a crear el impuesto a los obsecuentes, a los traidores a la patria, a los inoperantes, a los gremialistas vendidos que se enriquecen a costa de desangrar a la clase trabajadora. Cuando sea creado ese impuesto no vamos a chillar por lo que nos toca. Ojala que a la Justicia se le caiga la venda de los ojos y tome cartas en estos asuntos.Espero vivir para ver ese acontecimiento mientras tanto quiero ver que nuestros representantes se ocupen de trabajar produciendo algo más lógico como creacion de fuentes de trabajo y viviendas dignas para los más humildes; y se dejes de inventar la forma de sacarle más dinero a los asalariados que con lo que ganan rara vez logran llegar a fin de mes. Gracia Gabi

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  8. El celular si es un lujo, pensemos un minuto cuantas cosas traen como accesorios que no hacen al telefono en sí. Muchas veces es una necesidad tenerlo, pero si fuera por esa razón solamente, sólo tendríamos el base, el que sólo sirve para comunicarse. Pero no, elegimos siempre el que trae mas cosas que me pueden alejar del resto (música, jueguitos, etc.) y que claramente no hacen a la cuestión de tener o no un celular.
    No es un retroceso ni un avance ponerle impuestos a los avances tecnológicos, el problema viene cuando tomamos todo tan personal que creemos que tenemos la verdad en todo. Cuando la única postura que tomamos es quejarnos en vez de participar, proponernos y ser electos para cambiar lo que no nos gusta. Es más fácil hacer un paro, cortar una ruta, tirar piedras o simplemente insultar a cuanto político o funcionario se cruce, sin reconocer en uno que el hecho de que esas personas ocupen esos lugares es pura y exclusivamente culpa nuestra. Somos tan egocéntricos que no nos hacemos responsables por nada. Dejemos el rencor de lado y veamos que pasa...
    Solamente para dejar en claro: No pienso que el impuesto este bien o mal, si pienso que el celular en la mayoría de los casos es realmente un lujo y que si uno no tuviera para comer, no debería comprarlo, pero como se lo compra, quiere decir que en cierto punto le "sobra" dinero, y eso es suficiente para demostrar que nos es un bien estrictamente necesario.

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  9. El celular si es un lujo, pensemos un minuto cuantas cosas traen como accesorios que no hacen al telefono en sí. Muchas veces es una necesidad tenerlo, pero si fuera por esa razón solamente, sólo tendríamos el base, el que sólo sirve para comunicarse. Pero no, elegimos siempre el que trae mas cosas que me pueden alejar del resto (música, jueguitos, etc.) y que claramente no hacen a la cuestión de tener o no un celular.
    No es un retroceso ni un avance ponerle impuestos a los avances tecnológicos, el problema viene cuando tomamos todo tan personal que creemos que tenemos la verdad en todo. Cuando la única postura que tomamos es quejarnos en vez de participar, proponernos y ser electos para cambiar lo que no nos gusta. Es más fácil hacer un paro, cortar una ruta, tirar piedras o simplemente insultar a cuanto político o funcionario se cruce, sin reconocer en uno que el hecho de que esas personas ocupen esos lugares es pura y exclusivamente culpa nuestra. Somos tan egocéntricos que no nos hacemos responsables por nada. Dejemos el rencor de lado y veamos que pasa...
    Solamente para dejar en claro: No pienso que el impuesto este bien o mal, si pienso que el celular en la mayoría de los casos es realmente un lujo y que si uno no tuviera para comer, no debería comprarlo, pero como se lo compra, quiere decir que en cierto punto le "sobra" dinero, y eso es suficiente para demostrar que nos es un bien estrictamente necesario.

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  10. El problema que yo planteo en el artículo es otro: el problema es si debe el Estado aplicar impuestos diferenciales por considerar "lujosos" ciertos bienes. Si esto es así, y es así, entonces lo que ocurre es que estamos violando el principio constitucional de que la igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas. Y además, estamos desalentando la producción de esos bienes considerados "de lujo", con lo cual afectamos el trabajo de quienes los fabrican, generando un problema social (desocupación) inverso al que supuestamente queremos solucionar.
    Héctor Trillo

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